La ópera prima del director argentino Rodrigo Moreno se viene a inscribir en la ya importante cualidad de los debuts cinematográficos del Nuevo Cine Argentino. Como lo hicieron Lucrecia Martel con La Cienaga o Lisandro Alonso con La libertad, Moreno se inicia en la pantalla con una obra que refleja una clara madurez del dominio del lenguaje cinematográfico, punto que se vio reflejado con la obtención del mismo premio que Martel en el Festival de Berlín. Por otro lado, el segundo rasgo que sobresale y nos invita a pensar si hay una pequeña resurrección del Nuevo Cine Argentino (luego de la caída en picada de la mayoría de los films del 2005) es la toma de partida que el director realiza al construir el punto de vista de la historia, no desde el Ministro de Planeamiento, sino desde su servicial custodio, un personaje que claramente es siempre, o lo fue, secundario, ¿reflejo esto de una época de mejoría de legitimidad política? ¿o de profundidad de la reflexión sobre el humano?.
Moreno nos narra en El custodio la historia de un hombre solitario y parco, que acompaña en su labor de custodio a un Ministro de Planeamiento, que en realidad, no corre casi ningun peligro más que su condición de opuesto. Durante todo el film acompañaremos a Rubén en sus largas esperas, en sus silencios, en su supuesta vacuidad, y en un estado de ebullición siempre latente. El Ministro, en cambio, es el lado activo del film, todo lo que su custodio no tiene, su antítesis, pero que a penas podemos observar.
Entonces, el punto de vista, si bien fragmentado, no niega la indentificación del espectador con este personaje (con la lograda actuación de Julio Chavez) rodeado de personajes secundarios que llevan adelante la vida que el solo espera y por ejemplo vemos en las escenas de la hermana internada o la sexualidad puber de la hija del Ministro. Punto de vista construido desde una fotografía excepcional y una cámara posicionada siempre al hombro de Bruno, como acompañandolo, custodiando al personaje. La construcción de esta mirada, si bien como dije fragmentada, no está negada, sino equiparada a la del personaje, haciendo caer al espectador en un juego de espejos y vigilias, propios de un sistema panóptico.
Queda en duda a partir de este instante si Rodrigo Moreno optará para sus próximos films por el camino sinuoso que varios de los geniales debutantes de Nuevo Cine Argentino incurrieron (por ejemplo, La familia rodante de Trapero o la reciente Crónica de una fuga de Caetano) o en cambio, asumirá un compromiso, en el que lleva todas las de ganar.
1 comentarios:
Como siempre, impecable la critica de cada película. Siga así "tronco" Croci, que va por el buen camino.
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