Muy buena la frase que recupera Ricardo Strafacce (autor de la reciente, monumental y, ay, carísima biografía de Osvaldo Lamborghini) del célebre ensayo de Masotta, "Roberto Arlt, yo mismo". Acá dejo el fragmento completo:
"Yo llenaba entonces, y trabajosamente, las hojas de un grueso cuaderno “Avón” mientras que, manipuleando palabras, hacía una cierta experiencia del mundo, a cuyo sentido, o contenido, llamaré de esta manera: lo siniestro. Esto significa: que quería ser escritor y que cuando intentaba hacerlo encontraba que no conocía el nombre de las cosas. Que no conocía ninguna palabra, por ejemplo que sirviera para distinguir el estilo a que pertenecía un mueble. Y tampoco conocía el nombre de las partes de un edificio. Si el personaje de mi novela bajaba por una escalera, y apoyaba la mano mientras lo hacía, ¿dónde la apoyaba? ¿En la “baranda” o en la “barandilla”? Y si el personaje miraba a través de un balcón, ¿Cómo nombrar a los “travesaños” del balcón? Travesaños, simplemente. O tal vez “barrotes”. Pero me perdía entonces en el sonido material de las palabras y me parecía grotesco y desmesurado llamar, por ejemplo, “barrotes” a esos “travesaños”. Y si me decidía por la palabra “travesaños” me parecía de pronto pobremente descriptiva para contentarme con ella. Si mi personaje debía caminar por la calle, y creía imprescindible envolverlo en la atmósfera propia de un determinado momento del día, había que decir “que caminaba bajo los árboles”. ¿Pero qué árboles? ¿“Pitas” o “cipreses”? ¿Se dan cuenta de la locura? Lo siniestro era el descubrimiento de aquel idiotismo. Yo, seguramente un idiota mental, pretendía escribir. Tenía miedo."
3 comentarios:
Me pareció extraordinario. Usar "siniestro" como definición en este contexto es algo muy preciso (y freudiano, claro); jugando con lo conocido y cercano de las cosas pero lo desconocido y ajeno de las palabras.
saludos
Totalmente de acuerdo con vos, Horacio, esa palabra esta usada de un modo alucinante. Esa extrañeza de lo cotidiano, una cierta imposibilidad de acceder las cosas para narrarlas. ¡Qué buena frase la de Masotta!
Asombroso en un tipo que con tanto aracter a l hora de escribir crítica se decaiga ante estas limitaciones. Es decir, los libros o artículos de Masotta tienen una impronta muy fuerte, y uno no se lo imagina, cuando lo lee, con tantos fantasmas. Genial la frase recuperada!
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