"En El jardín de senderos que se bifurcan, la influencia que Borges ha tenido crecientemente sobre Borges alcanza un grado no superable. El resultado es una creación angustiosamente perfecta: es apenas creíble que se pueda sobrepasar ese límite. Por mi parte, ignoro cuidadosamente la existencia de algo que le sea comparable.
Propongo la siguiente edificación de Borges:
Fantasmas hipostáticos emanados de él (sucesiva o simultáneamente) recorrieron una Biblioteca Innumerable y una Realidad Infinita, trayendo a su regreso: un Chesterton desposeído de cierto sentido apoplético; una dosis manifiesta de cábala judaico-pitagórica; unas esencias de Lewis Carrol, matemático; un sentido kafkiano de las postergaciones infinitas; un comercio inacabable con heresiarcas; un cierto orden policial, formado de fatum griego (por un lado) y mate ajedrecístico (por el otro); un, finalmente, imaginar el Hombre en un Laberinto atroz de simetrías especulares, con retornos desesperantes a una Misma Realidad y una Metafísica (angustiosa) de lo Innúmero.
Un primer premio concedido a Borges por la Comisión Nacional de Cultura me habría dejado perplejo. Su no existencia (más, todavía: la no existencia de su posibilidad) me parece una monstruosidad excelente y tranquilizadora."
Fuente: Sábato, Ernesto, Sur, nº 94 (mayo de 1942), págs. 30-31 [El número del "Desagravio a Borges" por no haber recibido el Premio Nacional de Literatura por el trienio 1939-1941 por su libro El jardín de senderos que se bifurcan] Citado en Bastos, María Luisa (1974): Borges ante la crítica argentina (1923-1960), Buenos Aires, Hispamérica, pág. 136.
Los recortes del día
Hace 16 horas.
1 comentarios:
Una habitación entre la docta suiza y la barbarie telúrica.
Publicar un comentario