domingo, noviembre 22, 2009

Lovecraft y sus precursores

En plena lectura del hermosísimo libro, Antología del decadentismo: perversión, neurastenia y anarquía en Francia (1880-1900), editado el año pasado por los chicos de Caja Negra editora, me encuentro con esta impactante imagen del alma humana que no hizo más que posibilitar el terror lovecraftiano:
[...] Y así fue que, ante él, visible a los otros ojos, surgió la forma de un alma, forma debidamente constatada de visu como lo había prometido el presbítero, forma extraña, tan anormal y asquerosa que el desgraciado estuvo a punto de caer de espaldas, en un embeleso de repulsión y pánico.
La forma de esta alma, en efecto, era una úlcera compuesta de innumerables úlceras conglomeradas, brotando unas de otras, copulando cada una con todas las demás en abominables y apelotonados hongos de lepra hormigueantes, anillos de víbora rezumando ponzoña, un suero bacterioso, la podredumbre, la hediondez, la muerte viva pulululando, todos los sobresaltos dilatados en una apoteosis de espanto y consternación. [...]

Fuente: Richepin, Jean (1899): "Los otros ojos" en AA. VV., Antología del decadentismo, Buenos Aires, Caja Negra, p. 27)
Ojo, también me hizo acordar a nuestro queridísimo Elías Castelnuovo.

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