lunes, octubre 31, 2011

Néstor Sánchez, 1974

ENTRETIENS

Néstor SÁNCHEZ

Después de Barcelona que reeditó sus novelas Nosotros dos (Sudamericana, Buenos Aires, 1966 y Seix Barral, Barcelona, 1971), Siberia blues (Sudamericana, 1967 y Seix Barral, 1972) y El amhor, los Orsinis y la muerte (Sudamericana, 1969 y Seix Barral,, 1971) y acaba de publicar Cómico de la lengua (Seix Barral, 1973), París descubre a este escritor entre los más dotados y nuevos de la joven literatura argentina, publicando Nous deux (Gallimard, 1974) y anunciando la traducción de Cómico de la lengua. El autor aclara el sentido de su primera novela y de su obra por venir, contestando las preguntas de su traductor francés Albert Bensoussan.

NOVELA Y POESÍA

Me resulta prácticamente imposible pensar una novela sin relación directa con la poesía. Por el momento (y siempre provisoriamente) creo saber que la elección de un género y su cuestionamiento se debe a una ley personal, muchas veces ni siquiera entrevista. Entre el poema y la novela, para mí, la única diferencia hay que buscarla en el aliento, en la capacidad o no de aliento. Si la expresión de un hombre «no cabe» en el poema, en algún momento tenderá a abrir las formas. Las relaciones son siempre idénticas, desde el punto de vista de la vida de una lengua: el verso es el párrafo, el período es el capítulo, la totalidad es la misma, aunque haya trescientas páginas de diferencia. El problema reside en que muchísima gente sin nada que ver con la poesía «noveliza» presupuestos culturales, en lugar de recurrir al ensayo. Por eso es, tal vez, que leo tan pocas novelas.

BUENOS AIRES: EL MUNDO MARGINAL

Buenos Aires fue, es cierto, la gran fascinación de mi primera adolescencia. Mis personajes no son héroes de tango porque en general todos los letristas de tango fueron siempre literatos del populismo. Mi atracción por el mundo marginal se debió, fundamentalmente, a que el mundo no marginal me parece de una pobreza sobrecogedora. Todavía hoy si tengo que elegir entre un buen ladrón y un buen sociólogo, prefiero cenar con el primero.

«NOSOTROS DOS»

El título fue un homenaje a Henri Michaux, poeta que en aquella época tuvo una considerable importancia para mi escritura.

«CÓMICO DE LA LENGUA»

Cómico de la lengua es mi propio cuestionamiento de la literatura como «destino», es el resultado de un horror muy concreto a sentirse condenado para siempre a una imagen de sí mismo, a la pobre imagen del escritor que vive (y padece) en función de su prestigio. La literatura es un instrumento de conocimiento, y como tal, a cada nuevo intento, debe volver a sobrecogerse de la estupidez de nuestra cultura, de la pobreza de cada uno de sus ritos de visibilidad.

EL PERSONAJE ABSTRACTO: EL INSCRITO, EL ADIVINO, EL FANTASMA...

El único sentido que reconozco es el aparente sinsentido global de una vida tan corta. Todos esos personajes soy yo ¿o acaso hay algún hombre que puede asegurar que es un solo personaje todo el tiempo? Más que abstracto diría inaprensible. En el fondo, como sucede con todo el mundo, yo ignoro la oscura voluntad de mis personajes.

SALVADOR DALÍ, OTRO GENIAL CÓMICO DE LA LENGUA?

Ignoro si Dalí ha llegado a elaborar una máscara para consumo de los otros, o si en el fondo no sigue siendo el esclavo. A pesar de todo, me gusta su frase «participar activamente en la cretinización del mundo».

PARTICIPACIÓN DEL LECTOR

Mi escritura actual está orientada hacia un cambio radical de perspectiva en cuanto a la participación del lector. Esto se debe a que, por primera vez, necesito decir cosas muy concretas, cosas que tal vez representen mi despedida de la literatura. El libro que estoy escribiendo es al mismo tiempo una historia terrible y un llamado. Es el resultado de un momento de fricción extrema en que siento, como nunca antes, que en realidad estamos estafados por una visión minúscula del mundo, que es preciso realizar un gran (y doloroso) viraje interior para poder escapar de esta trampa de idiotez en la que nos ha metido una cultura basada en la mentira y en el secreto miedo a la muerte. En suma: necesito decirle a cada lector que va a morirse muy, muy pronto, y que a pesar de todo vive como si fuese eterno. Necesito hacerle compartir esta vergüenza, la miseria de sus esquemas de aislamiento.

París, junio de 1974.

Fuente: Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien, No. 23 (1974), pp. 155-157.

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