Leer Marxismo y literatura (1978) de Raymond Williams fue una cuenta pendiente durante varios años ya que conseguir la edición española de Península y, luego, conseguir el dinero para pagarla se presentaban como dos barreras inevitables. Por fin, el año pasado, la editorial Las cuarenta lo reeditó en una prolija edición traducida por Guillermo David. Bien, ¿por qué (re)leer Marxismo y literatura de Williams? Más allá de la importancia que tuvo este marxista británico como fundador, junto a Richard Hoggart y a Pierre Bourdieu, de la llamada “sociología literaria” o "sociología de la cultura", se me ocurren a partir de la lectura del libro dos o tres razones más particulares.
Por un lado el libro de Williams, tal como el mismo autor lo señala en la "Introducción", sintetiza los planteos teóricos que había puesto a prueba, satisfactoriamente, en libros como La larga revolución (1961) o El campo y la ciudad (1972). En esa serie de libros anteriores, Williams había logrado desplegar un análisis crítico, materialista e histórico de la cultura, entendiéndola como un proceso social, activo y creativo, inscripto en un momento histórico y económico determinado, en el que distintas fuerzas entran en constante tensión. En dicho análisis, este marxista británico utiliza una serie de conceptos que se explicitan y encuentran una definición teórica en Marxismo y literatura: tradiciones, instituciones y formaciones (para pensar en la construcción social de la cultura); dominante, residual y emergente (para comprender los grados de hegemonía y contrahegemonía y romper con una perspectiva estática y homogénea); y estructuras de sentimiento (para, por un lado, dejar de lado la división marxista ortodoxa entre base y superestructura y alejarse de la concepción de ideología como pantalla; y, por otro lado, para sostener una estructura de tipo afectivo: fuertes sentimientos que acompañan ciertas repeticiones sistemáticas en un conjunto de obras de un momento histórico-social determinado). Estos conceptos se vinculan operativamente con la perspectiva materialista que Williams tiene de la cultura y que lo lleva a confrontar con diversos intelectuales marxistas que van desde el mismo Marx, pasando por Engels hasta Lukacs, Benjamin, Adorno y Goldmann (confrontación que, sobre todo, se explicita en el apartado “Teoría cultural”). Tal vez por momentos el vocabulario marxista cansa y la insistencia en su postura se vuelve redundante pero la claridad con la que Williams traza su planteo teórico: va desde la explicitación de los conceptos básicos (cultura, lenguaje, literatura, ideología) desde un análisis filológico-historicista de sus diversos significados, hasta la condensación de una “teoría literaria”, con toda la pretensión que tiene dicha expresión.
Por otro lado, Marxismo y literatura de Williams es un vademecum, para parafrasear a una de sus primeras difusoras argentinas, para un análisis de la literatura que supere la inmanencia de la obra (Williams discute también con los formalistas y los estructuralistas a pesar de recuperar algunos de sus conceptos para refuncionalizarlos en su teoría). Así, la propuesta de Williams, que bien explicita en el tercer apartado “Teoría literaria”, es considerar toda producción cultural como socialmente producida, recuperar la materialidad y la historicidad de las obras (así, el autor es un productor activo y creativo y se las tiene que ver con su medio de producción, la escritura, y con las relaciones que establece con las formaciones, las instituciones, las tradiciones y el lector). A su vez, este proceso establece con la sociedad una relación de influencia recíproca que puede leerse en la forma literaria y también en la forma de la sociedad. En esta línea, en una entrevista en la revista Punto de Vista (nº 6, 1979, pp 9-15), un año después de la publicación de Marxismo y literatura, Williams dirá que no piensa a la literatura como reflejo (perspectiva contra la que discute en los diversos apartados del libro) sino que más bien: "La literatura me parece esa actividad formativa que ocurre en el interior de la sociedad: diferentes percepciones sobre lo que ocurre, diferentes posibilidades, diferentes puntos de vista, diferentes relaciones." (11)
En definitiva, la reedición de Marxismo y literatura de Raymond Williams que lanzó Las cuarenta (editorial que en estos días vuelve a sorprendernos con otra reedición fundamental: Teoría de la vanguardia de Peter Bürger) viene a suplir un lugar vacío en los anaqueles de las librerías y de nuestras bibliotecas, reponiendo la propuesta teórico-cultural de este marxista británico que, en 1978, plantaba posición, criticaba al marxismo ortodoxo y clásico e intentaba pensar a la cultura en su complejidad como producción social, económica e histórica sin dejar de lado su especificidad. Enhorabuena, se agradecen las reediciones.
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